Hay noches,
sin nada especial.
Sin música de jazz,
sin poemas, sin flores.
Noches de café amargo
y el silbido
del tren en la distancia.
De pájaros errantes
y palabras que rompen
en los labios
y vagan en silencio por la casa.
Sin estrellas fugaces.
Con sombras y fantasmas,
mensajes de silencio
y la melancolía amordazada.
Noches de farolas con arritmia.
Con la ternura de brazos caídos
y sueños que pierden la cabeza.
Noches en coma.
Sin arrugas en la almohada.
Sin puertas a otras puertas...
Noches sin ti